Comunicación: una herramienta vital para la vida

4 26. 05. 2018
V congreso internacional de exopolítica, historia y espiritualidad

La comunicación generalmente media nuestra conexión con el medio ambiente.

Esta conexión tiene muchos tipos. Así como tenemos diferentes frecuencias de energía, su transmisión se realiza en diferentes bandas, a nivel consciente e inconsciente.

De hecho, podemos pensar en ello como una herramienta necesaria para la vida que nos mantiene conectados con el todo. Su ausencia provocaría la desconexión de él y por tanto la muerte total, y no sólo a nivel del cuerpo físico.

Por lo tanto, cuanto más nos damos cuenta de su importancia, más responsablemente elegimos nuestros pensamientos, palabras y acciones posteriores, y más conscientemente estaremos conectados con la vida. De este modo estamos más satisfechos, más felices, más sanos y más exitosos.

Cuanto más nos damos cuenta de la fuerza y ​​la singularidad de nosotros mismos, menos nos permitimos ser manipulados por los pensamientos, palabras y acciones de los demás. De este modo, de cada comunicación sólo podemos tomar lo que es necesario para nosotros. Nos volvemos más libres e independientes.

La comunicación se puede dividir en sensorial y no sensorial.

La comunicación sensorial incluye gestos verbales, táctiles, gustativos, olfativos y corporales. Todo esto hace que nos conectemos con el mundo material que puede ser registrado por nuestros sentidos.

Estamos conectados con el mundo extrasensorial mediante el sentimiento, la comunicación telepática, intuitiva e instintiva.

Si queremos estar lo más conectados posible con las personas, con la vida, el mundo que nos rodea, el universo y todos sus paralelos, debemos dominar tantas de estas herramientas de comunicación como sea posible.

Ahora intentaré esbozar punto por punto un sistema que nos ayudará a convertirnos en oradores interesantes, distintivos y dignos de confianza, así como en oyentes no afectados.

1) Credibilidad

Cada pensamiento, palabra y acción posterior debe proceder de la fe inicial. Por lo tanto, si la comunicación ha de ser confiable, debe basarse en la fe y la convicción en lo que yo, como orador, transmito a los demás. Cuanto más profunda es esta fe, más verdaderamente atrae. Por lo tanto, todo hablante debe ser al menos un filósofo parcial cuya fe proviene de la esencia de la vida y, por tanto, no ser un mero instrumento para reproducir palabras que no significan nada para él. Una persona así puede entonces atraer a personas de lo más profundo y profundo. Por tanto, intentemos encontrar varios mensajes ocultos y una esencia más profunda en lo que queremos transmitir a los demás.

Como oyentes, percibamos en nosotros mismos la profundidad de la respuesta a lo que el otro dice y no nos dejemos llevar sólo por argumentos y gestos superficialmente agradables. Un hablante que se acerca a la esencia común no puede ofrecernos nuevos conocimientos, sino que sólo puede ayudarnos a recordar lo que ya sabemos en nuestro interior.

2) Relajación

Si alguien está sujeto a una creencia dogmática, entonces su necesidad de convencer a otros de ella ejerce presión y, por el contrario, desanima a la audiencia. Por tanto, si quieres ser aceptado por los oyentes, habla por ti mismo y por tu opinión, verdad y convicción. Libérate de la necesidad de convencer a los demás de esta verdad tuya. Trate siempre de dejar la posibilidad a que la otra persona no esté de acuerdo con usted o posiblemente le quite lo más beneficioso para ella de su conferencia. Al mismo tiempo, expresas tu respeto por quienes te escuchan, porque les dejas la oportunidad de ser ellos mismos y la oportunidad de decidir como quieran. La gente apreciará su enfoque y lo escuchará con mayor respeto.

Como oyentes, percibid matices sutiles con los que el hablante intentaría convenceros de algo, o manipularos de alguna manera. Cuanto más espacio te deje para elegir, más de acuerdo internamente estarás con su opinión.

3) cordialidad

La información más interesada no interesará tanto al oyente si se le da de manera directa y sólo sobre la base del conocimiento aprendido. Si queremos involucrar a los demás, debemos tocar sus corazones y emociones. Por eso nosotros mismos debemos estar emocionalmente abiertos durante nuestra presentación. Deberíamos utilizar un habla y gestos emocionales, ser capaces de utilizar pausas dramáticas y expresiones faciales relajadas. Incluya la sonrisa como parte esencial de cualquier discurso. Puede ser compasivo, pero también completamente espontáneo. Sin embargo, una sonrisa bien elegida siempre tocará los corazones de la audiencia. Al mismo tiempo, cada retórico debe incluir en su presentación sus historias y experiencias personales, o hablar sólo de lo que realmente ha experimentado y con lo que, por lo tanto, tiene una relación emocional y sincera.

Como oyentes, escuchemos nuestro corazón y nuestros sentimientos. Si el hablante toca la fibra sensible de nuestras emociones, habla desde el corazón y desde sus experiencias, y su discurso no es simplemente aprendido o tomado de otra persona. Una persona así nos ayudará a experimentar el tema en cuestión y no sólo a escucharlo. Esto lo hace más beneficioso para nosotros.

4) Expresión verbal

Esta área ya ha sido descrita en detalle por muchos y, por lo tanto, es fácil acceder a diversas técnicas de conversación y seminarios que abordan este espectro de comunicación sensible a los sentidos.

En resumen, debes estar lo más relajado posible. Antes de tu propio discurso, habla con diferentes rimas y trabalenguas. Libera tus cuerdas vocales, grita y aclara tu garganta. Tu cuerpo tampoco debería estar rígido, así que salta un rato y sacude brazos y piernas. Durante su propio discurso, utilice el contacto visual con las personas que perciba que están de acuerdo con usted. Esto le dará una sensación de seguridad. Utilice pausas dramáticas que creen una tensión interesante. Habla también de tus experiencias personales, que siempre atraen y hacen más atractivo tu discurso. Haga preguntas a la audiencia e involúcrelos en la discusión. Presta atención a las manifestaciones repentinas y responde a ellas. Esto hace que el oyente se sienta vivo y mantiene su atención.

Como oyentes, sientan cuántos de sus sentidos ha puesto en movimiento el retórico. Si complació no sólo tus oídos, sino también tu vista, o si también se dirigió a ti con su olor y te permitió tocar algún objeto temático, o si te estrechó la mano, etc. Cuanto más intensamente atrae nuestros sentidos, más significativa se vuelve la conferencia para nosotros.

5) Objetivo común

Cada oyente tiene un cierto grado de ideas y prejuicios propios, que pueden más o menos cerrarlo y ponerlo en oposición al hablante. En otras palabras, tiene miedo de que usted, como orador, quiera convencerlo de algo y así pelear con él. Para que puedan mitigar dichos prejuicios y posteriormente entenderse juntos, son importantes dos momentos.

En el primer momento, conviene rebajarse conscientemente frente al público y señalar que no nos corresponde a nosotros evaluar y describir el tema en cuestión desde otros conocimientos que no sean nuestras propias experiencias y experiencias. Al hacerlo, les haces saber a los oyentes que reconoces posibles otras opiniones y que, por lo tanto, no vas a discutir con ellas.

En el segundo momento, es importante encontrar una intención común. Cada conferencia tiene un objetivo común determinado. Si lo descubres y lo pronuncias, sintonizarás con el público y así tu conferencia tendrá un cumplimiento significativo.

6) Autenticidad

Toda nuestra vida aprendemos el arte de comunicarnos correctamente. En las relaciones interpersonales y en las relaciones con cualquier otra cosa. Por tanto, es un proceso continuo y ninguna idea de perfección puede ser cumplida por el mejor orador. Así que tratemos de ser auténticos y no tengamos miedo de admitir ante el público nuestro miedo escénico, nuestro discurso imperfecto o nuestros gestos atados. Por el contrario, si admites tu imperfección y te ríes de ella, el público lo aceptará con gratitud y te volverás humano y auténtico para ellos. Por tanto, otorgarán mayor autenticidad y autenticidad a la información que se transmite.

Como oyente, vea si el hablante puede admitir sus errores y no intenta ocultárselos. Cuanto más lo percibes como humilde y humanamente falible, más genuinamente aceptas su información.

7) Final feliz

Cada conferencia está más anclada en los oyentes si termina con un clímax determinado y un final feliz. El oyente se lleva así una huella que se convierte en un momento inolvidable de su vida. Por lo tanto, trate de intensificar la historia de la conferencia y terminarla con algo amable, internamente profundo y significativo. Incluso si la gente no quedó tan impresionada con usted durante su discurso anterior, todo puede cambiar con una conclusión final que toque las emociones y los corazones de todos los involucrados.

8) Originalidad

Como ya he escrito, el arte de la comunicación se desarrolla a lo largo de la vida. Así que seamos indulgentes unos con otros y, sobre todo, auténticos. No intentemos compararnos con los retóricos, que a primera vista son perfectos, pero lo que transmiten es superficial y, por tanto, fácilmente olvidable para la gente. Intenta ser tú mismo sobre todo. Sé fiel a ti mismo y demostrarás tu inconfundible singularidad. Y sólo un orador así puede transmitir a sus oyentes lo más importante: la conciencia de nosotros mismos, la fe en nuestras capacidades y en lo que todos somos realmente en un original hermoso e inconfundible.

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